lunes, 17 de mayo de 2010

VEN Y SÉ MI LUZ

Oye niña, cuéntame, como es que siendo tan pequeñita
tu corazón ha tenido la grandeza
para entregarse a Dios?

Cinco años y esta niña
que entró en común unión con Dios
ya pertenecía a la viña
del mas Grande Señor.

Más no pasó mucho tiempo
y la adolescencia llegó
y con ella la entrega perpetua
a Dios Nuestro Señor.

Se dice que Dios suplicando
le dijo: “Ven y sé mi Luz”
porque el amor en el mundo está agonizando
y yo seguiré muriendo en la Cruz.

Pero si tú no me dejas solo
y te antepones a toda clase de dolor
harás por cada uno de tus hermanos
lo que solamente puede hacer el amor.

Unta tus manos con las heridas de los niños,
saca a los ancianos de las calles corrompidas
y lo que hagas por cada uno de ellos,
lo harás por mí, curando sus heridas.

Y sin olvidar de acariciar con sus dedos
las cuentas del rosario que colgaba
supo que no sería fácil
el camino por el que ella caminaba.

Mas su amor era tan fecundo,
tan grande su nobleza
que esparció de su amor, la belleza
en este mortificado mundo.

Y donde ella caminó,
de sus huellas brotaron flores
y en el aire dejó el canto
de los ruiseñores.

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